Hace
pocos días todos atendíamos algo anonadados al singular espectáculo que dieron
nuestros representantes políticos en la defensa de la candidatura olímpica Madrid
2020. A pocos ha dejado indiferentes el nulo inglés de Rajoy, el trabajado pero
antinatural inglés de Ana Botella, o la limitación que tienen en este idioma el
presidente de la Comunidad de Madrid, o el mismo director de un gran proyecto
internacional, como es la candidatura olímpica.
Es
natural que a muchos ciudadanos les parezca difícil de digerir que para puestos
de muy alta responsabilidad transnacional, no sea un requisito indispensable el uso fluido del idioma. Es decir, que se
pueda ascender en la carrera política sin ser capaz de defender los intereses
que representas, de manera pública y eficiente. Hay que recordar que no hace
muchos años, la falta de inglés fue uno de los factores que dieron lugar al
gran pufo de las negociaciones europea del paquete agrícola mediterráneo. Entonces,
la ministra del ramo, Elena Espinosa junto con su equipo, fueron inhábiles para
alcanzar los necesarios pactos de pasillo.
La primera vez que la otra parte negociadora, la propia Comisión, pidió revisar
los resultados de las negociaciones para que España no se viera tan
perjudicada.
Pero
todavía más grave es que en la carrera política se continúe posicionando a
altos cargos sin unos conocimientos mínimos de carácter técnico o estratégico
del sector. Y no me refiero a tener uno u otro título, que siempre ayuda, sino
a una mínima experiencia profesional previa en la materia. En ninguna empresa
nombran a un director de marketing que no sepa nada de ese asunto, ni a un
director comercial que nunca haya pisado la calle, ni de director de desarrollo
que no conozca el negocio. Vamos, que hasta a un recién licenciado se le exige
más currículo que a un político. Pero en
pleno siglo XXI, en España, con el prestigio de la clase política por los
suelos, seguimos erre que erre.
El
último caso, la decisión de la Presidenta de Andalucía de nombrar Consejera de
Agricultura de la Junta a la ex alcaldesa de Alcalá la Real, doctora en medicina y cirugía, máster en salud
pública y administración sanitaria, y con una experiencia técnica y política
siempre vinculada al sector de la salud. Seguro que buena profesional y
política, pero del sector sanitario. Muchos
dirán que ha habido muy buenos políticos del ramo sin experiencia previa. Muy cierto,
y puede y espero que también sea el caso. Sin embargo, que al final se obtengan
buenos resultados, que aún está por ver, no quiere decir que las decisiones estén bien
planteadas o que se hagan las cosas de la mejor manera posible. Me niego a
pensar que en Andalucía no haya excelentes políticos de izquierdas, con
profundo conocimiento del sector, aunque quizás, no sean de tanta confianza.
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