lunes, 20 de octubre de 2008

FITOSANITARIOS EN LA PICOTA, SIN JUICIO PREVIO


Los productores de fitosanitarios, colectivo imprescindible para el mantenimiento de nuestro sector agrario y alimentario, se mantiene en tensión ante los previsibles cambios que se van a producir. El pasado mes de junio el Consejo de Ministros de Agricultura adoptó un acuerdo político sobre el futuro uso de estos productos. Una norma que derogará la actual, vigente desde 1991 y que podría reducir a la mitad el número de sustancias autorizadas. La pasada semana el Parlamento Europeo discutió en segunda vuelta dicho documento de cara a un acuerdo definitivo que se adoptará en pocos meses. Se trata de un mercado que movió en 2007 en España más de 575 millones de euros.

Pero el problema va más allá que la mera defensa de un subsector económico. Los informes emitidos por el Centro Europeo de Investigación sobre Política Agrícola, Regional y Medioambiental (EuroCARE) constatan que si esta norma se aprueba el precio de las frutas y hortalizas se duplicará. También aumentaría en un veinte por ciento el precio del trigo y la patata. Serían varios los motivos de esta tendencia alcista, como por ejemplo, las mayores pérdidas de cosecha o el incremento de dosis debido a la adaptación de las plagas por falta de rotación. Esta última consecuencia también va a generar un importante efecto negativo en el medioambiente, lo que supone una gran contradicción con los propios objetivos de la norma. La posibilidad de sintetizar nuevas sustancias que puedan ser admitidas no es factible a medio plazo, ya que poner un nuevo producto en el mercado puede llevar entre ocho y diez años, tiempo del que no dispone casi ninguna empresa, tampoco la agraria.

Pero no se trata solo de un problema que afecte a las grandes explotaciones intensivas. Muchas otras, sujetas a sistemas de explotación conservacionistas, como son los acogidos al modelo de producción integrada, también lo van a sufrir. Los métodos de lucha biológica, ya muy extendidos, son una herramienta más, importante para reducir el uso de fitosanitarios, aunque no la solución. Estos sistemas ya están muy arraigados, sobre todo en hortofruticultura, pero necesitan completarse con tratamientos químicos que eviten desequilibrios biológicos y el rebrote de plagas ya erradicadas.

Esta nueva legislación es un síntoma de una doble moral, frecuente en la administración pública y en la europea en particular. Consiste en ser muy puristas con lo propio, lo que se ve, pero no para lo ajeno, lo que no se ve; o dicho de forma más popular, ojos que no ven corazón que no siente. La defensa del medioambiente es un supuesto pilar de la política europea, un objetivo irrenunciable y sin fronteras. Pero poco importa si los supuestos deterioros al medio se producen fuera de nuestro territorio. Un productor extracomunitario puede aplicar productos prohibidos en la Unión Europea, siempre que no supere un límite máximo de residuos en nuestro mercado. Estos alimentos o producciones pueden ser importados a la Unión Europea, lo que provoca un importante nivel de indefensión en nuestro sector primario, obligado a producir con mayores costes que sus competidores directos extracomunitarios.

En definitiva, una norma con clara vocación ambiental, fundamentada en una voluntad política que no ha sabido incorporar los condicionantes técnicos y alimentarios, pero tampoco de forma completa los propios criterios ambientales. Tampoco se ha considerado el gran impacto que este cambio puede tener sobre la cesta de la compra. En esta línea, la industria fitosanitaria europea y la española, representadas por ECPA y AEPLA respectivamente, han solicitado al Parlamento Europeo y a la Comisión que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) realice una evaluación de impacto. Qué menos.

viernes, 3 de octubre de 2008

EL ESLABÓN DÉBIL DE LA CADENA LÁCTEA


El vacuno de leche fue uno de los pocos sectores ganaderos que aguantó la crisis del cereal del último año, motivado, entre otros factores, por la reducción de producto en el mercado mundial. Hay que recordar que a nivel nacional el valor de las ventas de la industria láctea representa el diez por ciento de la industria de la alimentación y un dos por ciento del total de la industria española.

A finales del estío y principios de otoño la leche tiende a encarecerse en origen como consecuencia de los menores rendimientos de las explotaciones y, por tanto, la disminución de la oferta. En la actualidad hay un exceso de oferta y ha caído la demanda, lo que ha llevado a unos precios medios que rondan los 0,36 euros el litro. Pero los datos hay que compararlos para que sean significativos. A finales de verano de 2007 los precios en origen en España subieron un 50 por ciento con respecto a la misma fecha del año anterior, alcanzado los 0,46 euros el litro. Este espectacular crecimiento contribuyó de forma decisiva a aliviar los problemas de costes del sector. Sin embargo en Alemania el ascenso fue del 36 por ciento y solo del 6,6 por ciento en Francia. Ahora la caída ha sido también mayor en España, que ha bajado el precio de la leche algo más del 15 por ciento, frente a una caída en Alemania del 10 por ciento y todavía una ligera subida en Francia. Es decir, el balance neto de los dos años es todavía favorable con un precio un 25 por ciento más alto que en 2006, un 18 por ciento en el caso de Francia y un 23 por ciento en Alemania. Pero hay otro dato muy representativo; se trata del diferencial de precios entre Francia y España, que en 2006 favorecía a nuestro país solo en un 9 por ciento, aumentó a un espectacular 54 por ciento en 2007 y se sitúa en la actualidad en el 18 por ciento. Son cifras que confirman que la evolución de precios generales beneficia a España. Es decir, se ha producido un acercamiento a los precios de hace dos años, aunque eso sí, con unos costes de producción disparados por encima del precio de venta; algo que no sucedía en esa fecha.

Hay otro aspecto que preocupa todavía más y que está haciendo mucho daño al sector productor nacional. El sector galo, con mucha más capacidad de autorregulación que el español, ha puesto en marcha un sistema de control de precios. Para ello ha sacado al mercado español importantes volúmenes de leche cruda y envasada a precios muy bajos, no con la intención de hundir el mercado español, que sería un claro dumping, sino de mantener sus precios. En principio no se trata de una práctica ilegal, pero en un mercado único como el europeo es necesario frenar este tipo de acciones que rozan lo ilícito y, en cualquier caso, pueden destruir tejidos productivos irrecuperables como es el lácteo. Las relaciones interprofesionales, nacionales y transnacionales, junto con la mediación política deben poner freno a un modelo de regulación de mercado que puede abrir batallas comerciales intracomunitarias.

En definitiva, le esperan tiempos difíciles al sector lácteo, en particular a las explotaciones con poca dimensión. Existe un desequilibrio que solo podrá ser compensado con estrategias consensuadas dentro de la interprofesional, que debe asumir un papel protagonista que hasta la fecha no ha tenido. En esta situación, el sector ganadero de leche en España tiene una posición débil. Solo los acuerdos interprofesionales podrían dar ciertas garantías a la producción, pero sin olvidar que la industria va a buscar su máxima competitividad en un mercado libre. En el momento actual, tanto la industria como el sector se encuentran en la mesa de la interprofesional. Se han realizado avances importantes para la estabilidad láctea, que podrían verse perjudicados si esta crisis de precios no se lidia con habilidad.

SIMETRÍA EN PRECIOS RETARDADOS


El incremento del precio de la materia prima en origen conlleva una rápida subida en el precio del producto transformado. Una verdad a la altura del quimérico personaje Perogrullo. Por ejemplo, el efecto que tiene el alza en la cotización de los cereales sobre los piensos y los alimentos. Pero en sentido inverso a veces se demora. Los stocks de materia prima son el principal motivo de este efecto retardado, pero no el único. Se trata de unas tendencias que deberían ser simétricas. En el caso de los piensos el asunto está bastante claro. La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) ha exigido a la industria una disminución en los precios dada la cotización a la baja de los cereales. Como ha recordado la Confederación de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (CESFAC), el pasado año la subida también se demoró dos meses con respecto a la subida del cereal. En definitiva, sí existe la ansiada simetría, así que todavía habrá que esperar un poco a que estas bajadas se produzcan.

Pero cuando el río suena agua lleva, y es probable, aunque todavía no se haya demostrado, que en algunos casos se utilice esta práctica para mejorar los rendimientos empresariales. En la compleja e inestable situación del sector productor y, sobre todo, dado el efecto que tiene sobre el consumo, esta táctica puede convertirse en especulativa. No queda claro que se trate de especulación, pero es cierto que puede ser considerado un recurso contra el adecuado funcionamiento del mercado. En un momento de bonanza económica el asunto no traería mucha cola, pero la coyuntura actual ha hecho que la propia Comisión se ponga las pilas. La Comisaria de Agricultura Marianne Fischer lo tiene claro. Ha anunciado que desde Bruselas van a vigilar con atención la no repercusión de la bajada del cereal en el precio de los alimentos. Los organismos habilitados para el control de la competencia se han puesto a trabajar, con el objetivo de poner el freno, dentro de lo posible, a la inflación alimentaria. Por otro lado, no deben pagar justos por pecadores, y posiblemente se intente investigar a grandes operadores para frenar de forma ejemplar a los que así actúen. En cualquier caso y con carácter general, una demora en el descenso de precios es comprensible porque gran parte de los alimentos consumidos a fecha de hoy, han sido elaborados con cereales adquiridos hace semanas o meses. Pero hace bien la Comisaria, porque pone en marcha una política que va a tranquilizar al consumidor y al productor, y dejará clara la imagen de buena parte del sector transformador.


Otro caso concreto es el del girasol. Las perspectivas de cosecha son buenas en toda España. La mencionada simetría también está en tela de juicio en este sector, aunque en este caso en sentido inverso. Un asunto por el que se ha protestado tanto en Andalucía como en Extremadura. La bajada del precio del aceite de 1,5 euros el kilo a 0,9, produjo una disminución del precio de la pipa en plena campaña. De los previstos 0,72 euros kilo se pasó a unos ajustados 0,57. Al finalizar la cosecha volvió a subir el precio del aceite, pero los precios para la pipa almacenada se mantienen. ¿Está justificada esta contención? Lo que queda claro es que en este caso afecta al precio en origen pero no en destino, por lo que la Comisaria no será adalid de esta causa. La nueva entrada de cereal ucraniano, almacenado desde la última alerta sanitaria, puede ser uno de los motivos. La solución, almacenar y esperar a vender en mejor momento, algo que muy pocos se pueden permitir.