miércoles, 30 de abril de 2008

EL ACEITE Y ARROZ HACEN PENSAR EN LA PAC


La actualidad agraria de esta semana gira alrededor del consumo. El girasol se ha hecho protagonista no deseado. El Ministerio de Sanidad y Consumo tomó la decisión de anticipar una alerta sanitaria que, según afirmaba y afirma, no supone un riesgo para la salud. Un disparate. Todavía es pronto para valorar el efecto que va a tener en las ventas. Es muy posible que la sangre no llegue al río, menos al precio de venta de la semilla en la campaña entrante. En cualquier caso se trata de un riesgo innecesario, sobre todo si se considera que más de la tercera parte del aceite consumido en España es de girasol.

Contentos se tuvieron que poner los productores de aceite de oliva, porque a .río revuelto ganancia de pescadores. Al revés sucedió hace ya un par de campañas, cuando la escasa producción de oliva generó un importante repunte de precios y una sustitución temporal por aceite de girasol. Pero en este caso fue el mercado quien marcó las reglas y ahora puede serlo un Ministro temerario. Por cierto, un aceite de oliva que acaba de abrir las puertas de la India. Las autoridades de este poblado país han reducido los aranceles al 7,5 por ciento.

El asunto del arroz y el encarecimiento del precio es uno más dentro de esta larga cadena de despropósitos alimentarios. El pasado lunes, en la editorial del ABC, se acusaba a la Política Agraria Comunitaria (PAC) de ser “un vestigio de otra época, la de la sobreproducción”. Valoración que no comparto. Es un vestigio de la escasez alimentaria de la posguerra mundial, de dónde surge, y derivó en una sobreproducción alimentaria, frenada con numerosas reformas. A la PAC se la puede acusar de muchas cosas, con razón. Es cara, intervencionista, blindada; ahora mucho menos. Pero precisamente por ello era una buena herramienta para dar estabilidad a los precios e incentivar la producción. Los mecanismos de intervención y de retirada de producto del mercado, garantizaban un stock de alimentos. Sin duda es una política revisable. Se ha reformado de forma casi total, radical y continua en el último lustro, y lo que te rondaré morena. Pero una cosa es que sea mejorable y otra muy diferente que sea la razón de la escasez y el consiguiente despunte de precios. Más bien lo contrario; es su desmantelamiento uno de los catalizadores de esta crítica situación. Además, los productos europeos tienen un nivel de exigencias sociales, ambientales y de bienestar animal muy por encima que los de otras economías. Ahora tenemos menos alimento. Si el liberalismo mercantil continúa en esta línea, quizá tengamos que incrementarlo a base de pagar más por comer peor. De mal gusto.

EL VACUNO DE CARNE PUEDE REPUNTAR


Según los últimos datos aportados por la Asociación Nacional de Productores de Vacuno de Carne (ASOPROVAC), la producción se redujo en 2007 en un 4,5 por ciento. Se prevé que en 2008 continúe esta caída hasta el 10 por ciento. El primer motivo es el incremento del precio de los piensos, y también de la energía, que afecta a casi todo el sector, dentro y fuera de la Unión Europea (UE). La segunda razón son las necesarias y estrictas medidas medioambientales y de bienestar animal de nuestras explotaciones, comunes a todas las producciones europeas, pero no a las de estados terceros. Por cierto, la Comisión acaba de ampliar de 24 a 30 meses la edad para retirar la columna vertebral del vacuno de carne. Según el comisario de salud, Androulla Vassiliou, se han tenido en cuenta informes científicos que constatan importantes progresos en la lucha contra la Encefalopatía Espongiforme Bovina. Con esta medida se mejora la competitividad de los productores e industria de los países del norte y centro Europa y se reducen los materiales específicos de riesgo, así como los costes de su destrucción; pero no en España, ya que nuestros hábitos alimentarios conllevan un sacrificio a edad más temprana, que ronda los 18 meses.

En nuestro espacio económico el coste de alimentación de vacuno carne es, por poner un ejemplo, un 75 por ciento más alto que en Estados Unidos. También hay que recordar la importancia de un sector que representa en España el 19 por ciento de la producción final ganadera, solo por detrás del poderoso porcino, que acapara el 32 por ciento de dicho valor. La clave de la rentabilidad pasa por un repunte de precios como consecuencia de la reducción de oferta. Se deberá al mencionado abandono de la actividad y a las restricciones sanitarias aplicadas por Bruselas a las importaciones de Brasil. Este país introducía en el mercado europeo en torno al 75 por ciento de la carne de vacuno de importación. La alternativa de reducción de costes de producción no es factible a corto ni medio plazo, ya que el mercado de los cereales sigue fuerte. Ahora la cuestión es si la industria y la gran distribución van a sustituir las importaciones brasileñas por otros proveedores, lo que volvería a incrementar la oferta y a reducir los precios.

Todo lo anterior no supondría un gran problema si el consumidor conociera el valor ambiental y de buen trato animal de las explotaciones y de la carne europea. Pero en esta rama de la alimentación todavía no se ha aprendido a comprar por origen, y menos aun a conocer sus diferencias. En esta línea todavía queda mucho trabajo por hacer, tanto a la administración como al propio productor y distribuidor.

Dentro de este análisis es importante distinguir entre el vacuno de cebo y el de vaca nodriza. El primero de ellos muy especializado y tecnificado y con un importante consumo de piensos. Si atendemos a los datos de prima por sacrifico de 2007, se localiza en zonas próximas a las grandes zonas productoras de cereal y a grandes polos de consumo, como es el caso de Cataluña, Castilla y León y Aragón, seguidos de Castilla la Mancha. El sector donde domina la vaca nodriza se cría en extensivo, en gran parte, en zonas de montaña con razas autóctonas, por lo que sufre menos la actual bonanza del mercado de los cereales. El 80 por ciento se encuentran en Castilla y León, Cantabria y Extremadura. Segovia y León.

lunes, 14 de abril de 2008

SIN MAPA


Las quinielas sobre la persona que iba a ocupar la cartera del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) han quedado resueltas con un boleto multimillonario, que nadie acertó, porque ya no existe tal cartera. Nos hemos quedado sin un mapa, necesario para alcanzar los destinos que uno se marca y no perderse por los vericuetos del camino, que son muchos. Por primera vez los sectores agrario y alimentario han quedado subsumidos en un gran Ministerio de nombre ambiguo, políticamente muy correcto y algo grandilocuente, con sus dos nuevas Secretarias de Estado, la de Cambio Climático y la de Medio Rural y Agua. Un mal síntoma que podría reflejar el escaso valor que este gobierno da a la despensa nacional. Ojalá no sea así. Hay que recordar el enorme efecto que tiene sobre nuestra economía nacional y doméstica, la acelerada y, en algunos casos, errática política agraria en continua reforma. En estos últimos años hemos podido comprobar la imperiosa necesidad de tener un sector agrario y alimentario eficaz y abastecido, para evitar las fuertes cargas económicas que se derivan de una excesiva dependencia exterior, amén de la calidad y seguridad sanitaria de nuestro condumio.

Este nuevo ministerio funde el medio ambiente, la pesca y el sector agrario y alimentario. Hasta ahí tiene sentido. En la anterior legislatura pudimos comprobar los problemas que se generan cuando los responsables de agricultura y medioambiente tienen objetivos, visiones y sensibilidades diferentes. Donde existe mayor ambigüedad es en el concepto medio rural, entre otros motivos porque el medio rural va mucho más allá que la agricultura, la ganadería, los bosques o la alimentación. En el medio rural existen zapaterías, fábricas de clavos, clubes de alterne y otros muchos negocios y actividades que nada tienen que ver con el sector primario y casi nada con el concepto de desarrollo rural que emana de la norma vigente, incluida la Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, aprobada en la anterior legislatura. A esto hay que añadir que gran parte del poderoso sector agroalimentario español se sitúa fuera del medio rural.

A pesar de esta indiscutible pérdida de identidad nominativa, no debemos perdernos en debates estériles sobre terminología, aunque no sea acertada. Habrá que esperar a ver cómo el nuevo ejecutivo afronta las tareas que le vienen encima; por ejemplo, el trascendente chequeo médico, para un sector con una salud delicada. También la política de agua, con una Elena Espinosa que hasta la fecha podía refugiarse en el pío pío que yo no he sido, mientras Cristina Narbona se erigía como el azote del agro. Ahora le toca dar la cara y justificar a una buena parte del tejido productivo la cada vez mayor escasez de un recurso imprescindible. Todo ello en una época donde los niveles medios pluviométricos en España se mantienen dentro de la media de los últimos lustros y donde el agua continúa sobrando en una buena parte de España. Espinoso asunto.

En definitiva, en esta vida no solo hay que ser la mujer del Cesar sino parecerlo. No se si el Presidente del Gobierno lo es, y tiene clara la necesidad de apoyar el sector agrario y alimentario, como hacen la mayoría de gobiernos del resto de la Unión Europea, recuérdese el caso francés. Lo que ya se vislumbra es que no lo manifiesta. En cualquier caso, una decisión absurda, de cara a la galería, que es de desear no tenga efectos ejecutivos.

viernes, 11 de abril de 2008

HACEMOS AGUAS



Esta semana dos asuntos han marcado la actualidad del campo, trascendiendo al agro puro y duro. Por un lado la triste noticia del fallecimiento de dos personas por la crisis de las vacas locas. Una parte del sector se ha puesto nervioso por el temor a que salte una crisis alimentaria. Pero la sociedad española es bastante madura y conoce perfectamente la realidad actual de las ganaderías, que no tiene nada que ver con la situación de hace diez años que ha provocado estas muertes. Ahora lo importante no es pensar en el efecto sobre el sector ganadero, que no debe tener ninguno, sino lamentar la pérdida de vidas y el dolor que provoca en su entorno.


Otro asunto es el agua y los trasvases. Un debate ya casi cómico, si no fuera por la trascendencia que tiene. Tras una posición radical contra el trasvase del Ebro hace años, también ahora, porque el PSOE lo considera una acción casi contra natura, se ven enredados en un posible trasvase desde el Segre. Un río que por cierto, no vierte directamente al mar, como sí lo hacen las aguas que se querían utilizar desde el Ebro. También se oye hablar del todavía más rizado trasvase desde el Ródano para Cataluña, infinitamente más complejo que el del Ebro, entre otros motivos porque el Ródano no está en España. Además, entre bastidores se rumorea que ya se está poniendo en marcha de tapadillo un trasvase del Ebro a Barcelona, que estaba previsto en el Trasvase del Ebro derogado. Bueno, habrá que chequearlo, pero tal como está funcionando el gobierno en este asunto, cuesta poco creerlo. Entre tanto Zapatero promete agua de desaladoras para levante en 2012. Eso está bien, justo cuando termina la legislatura, así que por lo pelos se les prodrá exigir el cumplimiento de este compromiso en la futura campaña. Pero además y si no recuerdo mal ya prometieron esta agua en 2004 para 2008. A pesar de que lo que aquí digo seguro gusta poco a personas de Aragón y Cataluña, el hecho es que es un asunto que hace aguas por todos lados, en el que cada vez se enreda más la madeja con todo tipo de decisiones y posiciones contradictorias.

domingo, 6 de abril de 2008

ALIMENTOS DEFECTUOSOS


La alimentación es uno de los pilares sobre los que se sostiene la sociedad europea y también el sector primario. En la Unión Europea (UE) la agricultura es cara, entre otros aspectos, porque garantiza unos mínimos de calidad y seguridad alimentaria que deben rozar la excelencia. De esta manera, crisis sanitarias como la de las Vacas Locas o la más reciente Gripe Aviar, se solventan con eficacia y se impiden pandemias que en otras circunstancias, podrían haberse desatado. La pasada semana saltaron dos alertas sanitarias, que no dejan entredicho, pero deterioran la imagen de calidad de los alimentos europeos. Son los casos de la mozzarella de la Campania italiana y la carne picada en Francia. El primero de ellos más llamativo porque toca un producto singular y pone a la defensiva a un gran consumidor como Japón y otros países orientales. Todo ello entrelazado con la siempre mediática crisis de las basuras napolitanas. Bruselas ya ha anunciado que no tomará medidas contra Italia porque considera suficientes las decisiones adoptadas por el gobierno transalpino, que ha procedido a retirar todas las partidas contaminadas. Por su parte, en Francia se vendieron más de dos toneladas de carne picada en mal estado, infectadas con la bacteria E.Coli. Un asunto mucho menos sugerente, ya que no hay diferenciación de producto, pero que pone en duda la eficacia de los sistemas actuales de control.

Responsables italianos han afirmado que su caso no es tan dramático, ya que solo han dado positivo 9 casos de 132 analizados. Es casi un siete por ciento, una proporción que quizás no conlleve dramatismo pero sí supone un muy alto riesgo. En el otro caso, el ministro de agricultura francés ha reconocido que el sistema es imperfecto y que se deben reducir los plazos de análisis.

Dado el contexto actual agroalimentario, el sector agrario debe reafirmar su presencia como generador de alimentos de alta calidad, además de ser preservador y restaurador ambiental. En estos casos la postura de la Comisión de dar por buena la retirada hecha por Italia parece demasiado suave. Es cierto que una disposición más radical habría dañado a muchos productores. Un ejemplo lo tenemos, salvando las diferencias, con los ganaderos españoles y las medidas de control de la Lengua Azul; una crisis veterinaria motivada por un mosquito y no por una posible negligencia profesional o una circunstancia social. Pero también se pueden adoptar medidas estrictas, que muestren la eficacia y garantías del sistema, aunque luego haya que compensar a los damnificados no responsables. Una estrategia cara, pero necesaria, sobre todo cuando hablamos de alimentos y su producción. No obstante, debe quedar claro que el riesgo cero no existe, por muy eficaces que sean los avances tecnológicos o los sistemas de detección, alerta o control. No existe en ningún campo del consumo, tampoco en agroalimentario, bien sea convencional o transgénico.

Donde no se producen crisis similares es en el todopoderoso sector vínico. De acuerdo con el avance de la campaña 2007/2008 realizado por la Comisión Europea, el consumo de vino ha aumentado respecto al periodo anterior. Se supera la barrera de los 30 litros por persona y año. Un incremento del que se aprovechan los vinos de fuera de la UE que siguen ampliando mercado en nuestro territorio. La UE ha aumentado las importaciones en algo más del 12 por ciento, hasta alcanzar los 13,2 millones de hectólitros. Como contraposición, un muy pequeño repunte de las exportaciones que no alcanza el 2 por ciento.