Hace poco
más de una semana se celebró en Decatur la mayor feria agrícola de Estados
Unidos. Tuve oportunida de mantener frecuentes e interesantes conversaciones con agricultores y de visitar algunas de
sus explotaciones, en pleno corn belt. Fueron enriquecedoras, pero decepcionantes a la vez. Llevan casi
20 años sembrando cultivos transgénicos, y al escucharles, uno confirma la gran
diferencia tecnológica entre ambos lados del atlántico. Quizás no en otros
factores de la producción agraria, donde estamos igual de avanzados, pero sí en
algo tan esencial para la producción y la sostenibilidad, como es la
productividad de los cultivos, es decir, la calidad de la semilla. Difícil de digerir, cuando se conoce la consolidación y extensión de este
mercado en EEUU, Argentina, Brasil, China, India, etc., mientras que en la UE
se veta el uso a millones de agricultores.
En este contexto internacional, la
multinacional de semillas norteamericana Monsanto se ha visto obligada a paralizar la
solicitud de nuevos eventos transgénicos en la Unión Europea (UE), salvo la renovación del maíz Bt para la lucha contra el
taladro, el único cultivo genéticamente modificado que se cultiva en nuestro país.
Las
organizaciones ecologistas se han mostrado satisfechas, a pesar de que con esta decisión nadie ha ganado, y solo han perdido los
agricultores. Aunque es de suponer que tampoco ha sido plato de gusto,
probablemente quien menos pierde es Monsanto, para quien el potencial mercado
biotecnológico en la UE es solo una pequeña parte de su actividad.
Hay que recordar que las decisiones de Monsanto tienen influencia en el sector agrícola, ya que se trata
de la mayor empresa de semillas a nivel mundial. La biotecnología es solo una fracción
de su negocio, aunque importante, para la mejora de las semillas y la búsqueda
de soluciones de siembra a los agricultores. También hay que recordar el importante esfuerzo que ésta y otras empresas realizan para conseguir mejoras tecnológicas que hagan más eficiente nuestra agricultura; por supuesto. Para ello, el 10 por ciento de sus
ingresos los destinan a investigación, con el objetivo de conseguir avances que
permitan obtener más producción, con menor consumo de recursos naturales y de inputs.
Es decir, usar menos combustible, fertilizantes, pesticidas, etc. y, por
supuesto, menos tiempo. No hay que olvidar que Monsanto no es una excepción ni
el único caso de multinacional que desarrolla tecnología en este campo. Otras
grandes multinacionales como Pioneer-Dupont, Syngenta, BASF, Bayer, Dow
Agrosciences, etc., también tienen el más que saludable objetivo de hacer
negocio mediante la puesta en el mercado y explotación de innovaciones de
interés para los agricultores, biotecnológicas o convencionales.
3 comentarios:
CUANTO TE PAGA MONSANTO?
Muy buen análisis.
La UE lleva ya acumulados retrasos de más de 51 años en aprobación de transgénicos, es normal que se vaya. Una pena que los ecologistas tengan tantos intereses en derribar una tecnología segura y útil.
Una pena también seguir viendo que los ecologistas siguen sin saber rebatir con argumentos científicos y recurren siempre a lo de "¿Te paga Monsanto?".
Enhorabuena por el blog.
La verdad es que nunca respondo a las críticas o acusaciones anónimas cuando éstas implican falta de educación y respeto, porque desacreditan a quien las hace. Es cierto que hay una minoría de ecologistas y antisistema radicales que se esconden en el anonimato para atacar de forma indiscrimada a cualquiera que defienda posiciones contrarias a las suyas, con la teoría de "o estás con nosotros o estás comprado". Afortunadamente son los menos, aunque hagan mucho ruido, y hay una gran mayoría con los que se debate de forma apasionada, pero respetuosa estos y otros temas, auque en buena parte, mantengamos posiciones muy diferentes...gracias por el comentario
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