Según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, en España se va a reducir casi un 20 por ciento la producción de cereales de invierno. Es el caso del trigo blando, cebada, avena, centeno y triticale, a pesar de haberse sembrado entre el 3 y el 5 por ciento más de superficie. Solo son positivas las previsiones para el trigo duro, con aumentos que llegarían al 20 por ciento. No obstante, estas estimaciones fueron hechas antes de las últimas lluvias. Tras ellas se han recuperado importantes zonas de producción que se daban por perdidas y, en general, se ha mejorado la situación de casi todos los campos de cereales. Por tanto, si la situación se mantiene, no es descabellado aventurar productividades similares a las del pasado año, cuando se obtuvieron 19,5 millones de toneladas.
Por otro lado el Departamento Americano de Agricultura (USDA) prevé para el total de la Unión Europea una producción de 286 millones de toneladas de cereal. Representa un repunte de casi el 12 por ciento, que podría crecer con el efecto de las mencionadas lluvias peninsulares. Esta coyuntura permitirá aumentar las reservas de los operadores privados, que en ningún caso alcanzarán las existentes antes de la crisis de precios. Una crisis, hay que recordar, no para el agricultor que mantiene altos precios, sino para ganaderos y consumidores. El cereal es un mercado de commodities, es decir, productos genéricos cuyos precios se fijan en los mercados internacionales. A pesar de la buena campaña europea, el mercado internacional sigue sin poder absorber los enormes incrementos del consumo de países asiáticos. En esta línea, tanto el Banco Mundial como la Organización Mundial para la Agricultura y Alimentación (FAO) anunciaron la pasada semana que la solución a la crisis alimentaria no se vislumbrará antes de 2015 y, en ningún caso, se recuperarán los precios de 2004.
Diferente es el caso del maíz. Ya se ha anunciado una importante disminución de siembra como consecuencia de la escasez de agua. En un mercado como el actual, con las previsiones arriba reflejadas, la pérdida de capacidad productiva por escasez de agua podría ser paliada por medio de las tecnologías. Los nuevos maíces transgénicos investigados en Estados Unidos permiten disminuir las necesidades hídricas de este cultivo en un 15 por ciento. Mucho volumen de agua si se estiman unas necesidades medias de 9.000 metros cúbicos por hectárea y año, y una superficie cultivada en esta campaña en España de 310.000 hectáreas. Se reduciría la demanda hídrica en 418 millones de metros cúbicos, 418 hectómetros cúbicos. El embalse más grande de Madrid, El Atazar, ronda esta capacidad de almacenaje.