lunes, 19 de mayo de 2008

SIN AZÚCAR


Semanas marcadas por el conflicto del azúcar, donde todavía se desconoce la posición de Azucarera Ebro de cara al futuro. Pero el problema no es que se hayan beneficiado de ayudas públicas para mantener la producción, ya que tanto en el caso de venta como en el de escisión, los nuevos propietarios tendrán que asumir o que subrogarse en todas las obligaciones actuales. Lo que parece subyacer en esta operación es una desconfianza en el futuro del negocio y el interés en deshacerse de una actividad en un momento que todavía lo permite. La opción de venta a un grupo europeo que ya disponga de una importante gestión azucarera es comprensible, pero de efectos imprevisibles para los productores, aunque no a corto plazo. La escisión y salida a bolsa es más difícil de entender, por el riesgo que conlleva. Si bien su objetivo inmediato puede ser una capitalización rápida de la nueva empresa, se corre un importante riesgo de pérdida de valor, sobre todo con las dudas que ya existían sobre el futuro azucarero, acrecentadas por esta posible operación. En cualquier caso, es pronto para afirmar que la compra por algún grupo centroeuropeo sea perjudicial para el productor; aunque la preocupación por este nuevo cambio de escenario es más que razonable.

La falta de información sobre lo que tiene como prioridad, es comprensible desde el punto de vista de la empresa, pero mantiene al sector remolachero en jaque. Es difícil que suelten prenda antes de la junta de accionistas del próximo nueve de junio. No obstante, en caso de venta o escisión los acuerdos firmados con ACOR y la Junta de Castilla y León deben mantenerse. En aquel momento fueron muchas las voces del sector remolachero que no entendieron el papel de la Junta como firmante del acuerdo, en vez de como mediador. Dadas las circunstancias actuales, esa decisión fue acertada y aporta ahora mayor seguridad a la hora de defender los intereses de los productores.

Estos lodos viene de los polvos de una política constrictiva por parte de Bruselas que ha convertido a la Unión Europea (UE) en una economía importadora de azúcar, cuando hace poco era uno de los mayores exportadores del mundo. Una reforma necesaria, pero que nos hace dependientes de otro producto, eso sí, con menos influencia en la cesta de la compra. En la UE se han cerrado hasta la fecha 75 industrias y se han perdido 10.000 puestos de trabajo. Una realidad que llevó al Comité de Industrias Azucareras de la Unión Europea a solicitar a la Comisión, hace pocas semanas, un esfuerzo para consolidar lo que queda de sector.

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