lunes, 1 de diciembre de 2008

LA MIEL SE QUEDA FRIA


Suele ser en primavera, con la floración, cuando la apicultura adquiere protagonismo. Pero es en invierno cuando se produce un importante tirón en el consumo. Época fría en la que su rápido poder energético es más agradecido. Pero el sector de la apicultura se enfría poco a poco, y no es una cuestión estacional, ni se refiere a la cristalización de la miel, que no es síntoma de baja calidad. Me refiero a los diversos factores que hacen pasar por serias dificultades a una de las ganaderías menos reconocidas de nuestra geografía, al menos como sector profesional. Hay que considerar que de casi 24.000 explotaciones españolas censadas en mayo de 2008, solo 5.000 son profesionales, el 20 por ciento. España es el mayor productor europeo, con más de dos millones de colmenas, el 56,8 por ciento es estante y el resto trashumante.

Pero volviendo a la meteorología, es el cambio climático uno de los factores aducidos para justificar el imparable aumento de mortandad en las colmenas. Un dato todavía no confirmado pero al que determinadas investigaciones señalan como culpable de uno de los mayores frenos del sector en los últimos años. Sea o no éste el motivo, está claro que el llamado síndrome de despoblamiento ha disminuido de forma alarmante esta cabaña ganadera. A esta circunstancia hay que añadir la bajada de productividad. Si se considera un valor medio de veinticinco kilos de miel por colmena, este indicador se ha reducido a más de la mitad en poco más de tres años. También se ha culpado a los fitosanitarios como agente externo que reduce la población apícola. Este dato es cierto en parte, pero no lo es más ahora que antes. Los plaguicidas, aunque cada vez son más selectivos, causan pérdidas en poblaciones de insectos e himenópteros que no son plaga. No obstante, este no es un factor condicionante que influya en la tendencia actual, ya que la concentración y densidades de aplicación de estos productos no van en aumento, como tampoco las sustancias activas utilizadas, cuyo uso es cada vez más restringido por la propia Comisión de la Unión Europea (UE).

Pero hay otros factores de mercado que se añaden a los productivos. La subida de los costes de producción ha afectado de forma especial al sector. En esta ganadería se da la particularidad de que son los gastos sanitarios los que representan más del 35 por ciento de los costes de explotación. La lucha contra el parásito de la varroa es uno de los principales problemas, para que el que todavía no se ha encontrado un tratamiento equilibrado desde un punto de vista sanitario y económico. Un segundo factor de mercado que perjudica de forma notable al sector profesional español es la entrada de mieles de estados terceros, no sujetas a los estrictos sistemas de control que imperan en la UE. Es conocido el ejemplo de la miel china

En este marco de dificultades, no todo es negativo. El Parlamento Europeo, consciente de esta realidad, ha aprobado recientemente una resolución en la que pide, entre otros aspectos, ayudas económicas para el sector, etiquetados con país de origen, análisis de las mieles procedentes de estados terceros o la creación de zonas de compensación ecológica. Hay que recordar que en algunos territorios, la disminución de la población de abejas puede derivar en un significativo freno en la floración de cultivos. De hecho, según la revista Ecological Economics, el valor polinizador de las abejas a nivel mundial asciende a 135.000 millones de euros. Tanta es la importancia que se da a este sector en determinados ámbitos que hace poco más de un mes, los ministerios de agricultura y medioambiente franceses decidieron solicitar que la apicultura sea patrimonio mundial de la UNESCO; quizás algo exagerado, pero sintomático. Como también lo fue la Conferencia Mundial sobre polinización celebrada en Washington el pasado mes de octubre
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