viernes, 3 de abril de 2009

EL VACUNO DIGIERE MAL EL BOLO


La trazabilidad alimentaria y el control sanitario de las cabañas ganaderas han llevado al sector a la aplicación de estrictos sistemas de identificación. En la actualidad, el modelo de doble crotal, homologado en toda la Unión Europea (UE) garantiza su trazabilidad, en particular en el sector del vacuno. La polémica ha saltado con el anuncio de la Comisión de una posible implantación de la identificación mediante bolo ruminal en el ganado vacuno. Ahora las principales organizaciones españolas como la Asociación Española de Empresas de la Carne (ASOCARNE), la Asociación Española de Productores de Vacuno de Carne (ASOPROVAC) o la Asociación de Industrias de la Carne de España (AICE) han reaccionado de forma unánime en protesta por la posible apertura de esta vía.

Es importante recordar los grandes problemas que se han producido en el ovino y caprino por la implantación del bolo ruminal, como sistema de identificación electrónica. Este elemento es un cilindro de cerámica que es ingerido por el animal y permanece en su tracto digestivo durante toda su vida. Puede ser interpretado mediante lectores electrónicos, lo que evita pérdidas de crotal o posibles manipulaciones. España fue uno de los pocos países que aplicó con rapidez esta técnica, mientras que otros se resistieron y consiguieron sucesivas prórrogas. El efecto es bien conocido. Murieron una importante cantidad de animales, como consecuencia de la dificultad en la deglución del dispositivo.

Con estos antecedentes, es normal que el sector del vacuno esté preocupado. En primer lugar, existe el riesgo de que se produzcan dificultades de implantación similares a las del ganado menor, con las consiguientes pérdidas. En segundo lugar, se trataría de un coste añadido que tendría que ser incorporado en diferentes etapas del proceso, tanto en explotación como en sacrificio. Además, el sistema de crotales ha costado implantarlo y homogeneizarlo en la UE, con un resultado muy satisfactorio, que en la actualidad garantiza la trazabilidad de toda la cadena. Por otro lado, se ha podido comprobar, en el caso de ovino y caprino, que los procesos administrativos han ralentizado su implantación en muchos países y se ha perdido homogeneidad. En definitiva, un problema logístico, económico y técnico para el sector. Tampoco parece que el momento actual de crisis sea el mejor para acometer un proyecto de cierto riesgo, a tenor de la experiencia previa.

Es de suponer, al menos de esperar, que en caso de que esta idea vaya adelante, se corregirán los defectos del anterior. Es decir, evitar los problemas de deglución del bolo, algo que si se mantiene su tamaño, no debería producirse, dada la diferente envergadura existente entre un bóvido y un óvido. Es discutible que el buen funcionamiento de un sistema, como el actual, sea motivo suficiente para no mejorarlo. Los costes económicos son algo que debería ser muy bien valorado en esta fase previa, para evitar que salga más caro el collar que el perro. Dicho esto, el tema está todavía en mantillas.

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