El llamado déficit de tarifa, además de los
aumentos de costes al consumo, supone un importante recorte de ingresos para
muchos sectores. Es el caso de las plantas de cogeneración para tratamiento de
purines en el sector porcino, con pérdidas retributivas en torno al 40%.
En la actualidad hay en España 29 plantas,
algunas de las cuales han cesado su actividad y otras lo harán dentro de poco. Por
el momento se entiende como una medida de presión ante el gobierno, pero simula
de manera bastante precisa lo que pasará si sigue adelante este proyecto tal
como se ha planificado. De acuerdo con los datos de la industria, supondrá unas
pérdidas de 4.200 empleos.
Desde el punto de vista ganadero, la
proporción del sector del porcino amenazado por este planteamiento no es
mayoritario, y quizás sea este el único dato que ha considerado el Ministerio
de Industria para valorar su impacto. En estas industrias se tratan 2,5
millones de toneladas de purines, frente a los 50 millones de toneladas
producidos por toda la ganadería porcina española. Un 5% que, a pesar de no
parecer mucho en términos relativos, lo es en valor absoluto, ya que se trata
de una pequeña parte de un gran sector, muy importante para nuestra balanza de
pagos. El porcino español es el cuarto productor mundial y el segundo europeo,
solo superado por Alemania.
Las actuales plantas de cogeneración para el
secado de purines se desarrollaron al amparo de una estrategia pública, con el
objetivo de eliminar estos residuos en aquellas zonas donde la normativa de
nitratos no permitía su uso como fertilizante. Las inversiones que han
realizado tanto industriales como ganaderos, se han basado en un escenario a
largo plazo que no se puede romper de forma brusca; entre otros motivos, porque
en el momento actual no existen alternativas tecnológicas viables y
autorizadas.
Hay algunas realidades que son difíciles de
cuestionar. Por un lado, el balance energético y económico de estas plantas, es
muy negativo. Por ejemplo, si se repercutiera el coste de secado al precio
final de la carne, éste se duplicaría. Por otro lado, al retribuir a estas
plantas de cogeneración, se produce una discriminación con respecto a plantas
similares en otros sectores, no remuneradas.
El problema fundamental no radica en que el
sistema deba ser corregido, sino en que se aplique de una forma radical, sin
establecer periodos transitorios negociados que permitan adaptarse tanto a la
industria como al sector productor. De hecho, la propuesta actual es su entrada
en vigor con efecto retroactivo desde julio de 2013.
Ante esto, la única solución con la que debe
contar el Ministerio de Industria, profundo conocedor de nuestro agro, es la
prohibición a más de un millón de cerdos, de vaciar sus vejigas.
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