viernes, 22 de mayo de 2009

LA OPCIÓN DE MANIFESTARSE


Hace una semana fueron los ganaderos del sector lácteo los que se lanzaron a las calles de Madrid. El sábado hicieron lo propio en Zaragoza los antitransgénicos de Greenpeace, amigos de la tierra, ecologistas en acción y COAG. Dos movilizaciones, dos sentidos. El primero razonable, el segundo mucho menos. La opción de organizar una manifestación con las molestias que genera en la vida cotidiana de muchos ciudadanos es una respuesta sujeta a derecho, necesaria cuando se ha llegado a un extremo en el que hay que hacer comprender al gobierno y a la sociedad la situación límite por la que pasa un colectivo. En el caso lácteo, el problema es claro, no tanto la solución. Los precios a la baja y la entrada masiva de leche de otros países a precios muy inferiores han llevado a un sector mal dimensionado, en su mayoría, a una importante crisis. Al margen de la solución real que se les pueda dar desde el gobierno, es una situación que hace comprensible su salida a la calle. La escasa dimensión de la mayoría de las explotaciones españolas las hace poco competitivas, sujetas por tanto a unos costes elevados e inelásticos. Además la industria y la producción no llegan a acuerdos estables, lo que no permite plantear una estrategia integral desde dentro, que pueda ser apoyada desde el Ministerio de Medioambiente, Medio Rural y Marino (MARM). No obstante, el MARM, con personal cualificado y aun no siendo responsables de esta coyuntura, están obligados a contribuir en la búsqueda de soluciones y de acuerdos interprofesionales.

Completamente diferente es la manifestación antitransgénicos. Hasta la fecha los transgénicos no han generado en la Unión Europea ni en España ningún problema sanitario ni de consumo desde que se introdujeron. Además, su cultivo es muy reducido. Por otro lado, los escasos agricultores de transgénicos, aseguran que la semilla les es tremendamente rentable, aun siendo más cara. Aseguran que utilizan la nada despreciable cifra de cuatro litros menos de fitosanitarios por hectárea. Además, dicen no haber tenido ningún problema con otros agricultores de semilla convencional. Es decir, no hay problemas, los controles funcionan, los productores están contentos y sus vecinos que no las usan no están en contra. En esta situación y al margen de los que uno opine sobre este asunto, ¿qué sentido tiene una manifestación? ¿Qué queremos, un agro para turistas o un sector tecnológicamente avanzado, competitivo y con alta compatibilidad ambiental? Porque una de las herramientas más eficaces y contrastadas, son los cultivos modificados genéticamente. Ya explicarán por qué, con datos concretos y de nuestro entorno, sin irse a las antípodas.

No hay comentarios: