viernes, 22 de mayo de 2009

¿PROTECCIÓN SANITARIA O COMERCIAL?


En estas últimas semanas dos asuntos dan mucho que pensar sobre la mercantilización de las crisis sanitarias y veterinarias y, por tanto, ponen en entredicho la objetividad de los sistemas de protección en frontera.

Desde la década de los ochenta existe una importante contienda comercial derivada de la prohibición de entrada de carne de vacuno de EEUU en la UE, debido a su tratamiento con hormonas del crecimiento. En 1998 una sentencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) dio la razón a EEUU y Canadá y les autorizó a imponer a su vez sanciones compensatorias a la UE. Años después los propios informes de la OMC ratificaron la posición de la UE, que solicitó la supresión de dichas sanciones comerciales, lo que fue aprobado por la OMC e incumplido sistemáticamente por los países norteamericanos. Ahora han llegado a un principio de acuerdo por el que EEUU podrá exportar a la UE 20.000 toneladas de carne sin hormonas en una primera fase y 45.000 posteriormente. A cambio, EEUU mantiene las sanciones actuales a alimentos europeos durante tres años, para eliminarlas en el cuarto, pero no aplica una nueva batería de medidas de defensa que tenía previstas.

En el caso del cierre de la frontera rusa al porcino español, la FAO, la OMS y la Organización Mundial de Sanidad Animal han manifestado de forma taxativa su opinión contraria. Han resaltado la inocuidad de la carne de cerdo y sus derivados. Por cierto, una posición conjunta categórica, catalizada por el desliz imperdonable de Jorgen Shlundt, Director del Departamento de Seguridad Alimentaria de la OMS, que advirtió que la carne de cerdo no debía utilizarse para consumo humano. En este contexto los representantes del Ministerio de Medioambiente, Medio Rural y Marino han cogido el toro por los cuernos y han negociado in situ con los responsables rusos hasta desbloquear de forma gradual el veto de este país al porcino español. Las condiciones son sensatas, liberalizando el porcino que provenga de regiones donde no se haya detectado el virus y, posteriormente, donde se certifique que las personas infectadas no han tenido ningún contacto con explotaciones de porcino. Por otro lado el gobierno ruso ha exigido que España traduzca al inglés su página web para que desde las instituciones de este país se puedan conectar y leer la información que sobre este tema publica el MARM. Dado que esta información no es el Quijote y que el español no es sánscrito, la imagen que da el gobierno ruso es paupérrima, o más bien, nos ha puesto una molesta china en el zapato; eso sí, fácil de quitar. Con estos síntomas, lo que ahora puede preocupar son los tiempos de espera
, que pueden depender de un criterio monolingüe o de cualquier otra idea feliz.

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