viernes, 26 de noviembre de 2010

Trampas en el aceite de oliva

Hace un par de semanas nos hacíamos eco de lo que calificamos como una maniobra comercial de dudosa ética. Me refiero a las conclusiones de un estudio de la Universidad de Davis en el que ponía a caldo los aceites españoles y afirmaba con no eran lo que decían ser. Quedó aparentemente claro tras hablar con el sector que los métodos y las muestras utilizadas no eran adecuadas ni siquiera estaban homologadas. ¿A quién beneficiaba todo esto? Pues a los que estaban detrás del estudio, que no eran otros que los productores de aceite de oliva de EEUU, muy pocos, eso sí, y acorralados en precio y volumen por el aceite español. En fin, pusimos el grito en el cielo, como no podía ser menos.

Pero ahora nos han hecho dudar y de qué manera. Resulta que las investigaciones de la Junta de Andalucía han detectado que una proporción importante de los aceites de oliva virgen extra son mezclas con aceites de oliva refinados. Así lo han constatado en el 50 por ciento de las inspecciones que se han realizado. Este nivel de fraude es muy difícil que pase desapercibido para los profesionales del sector y para las organizaciones que lo controlan. Por un lado está muy bien y hay que aplaudir que se hayan detectado, pero no deja de preocupar que exista una presunta estafa de esta envergadura en un producto tan significativo para nuestra imagen y para nuestra economía como es el aceite. Un tema que urge aclarar y que debe hacer pensar al sector.

Los americanos nos sacaron los colores, no les creímos, creímos al potente, emblemático y señorial sector industrial español. Ahora vuelve a sonar el río, y por tanto ya lo dice el dicho, agua debe de llevar.

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