viernes, 23 de noviembre de 2007

COMERSE EL BOLO


La trazabilidad del ganado y de los derivados cárnicos es una prioridad para la Comisión, para los gobiernos nacionales y regionales y, especialmente, para el propio sector ganadero. Su relevancia adquiere protagonismo en situaciones como la actual, en que una virulenta enfermedad como la Lengua Azul ataca a la cabaña de gran parte de nuestra geografía. Son crisis veterinarias que suponen altos costes para el sector. La Comisión ha querido poner en marcha un modelo de identificación electrónica mediante bolo ruminal, algo que permite mejorar la operatividad del sistema de trazabilidad. De esta forma se puede reducir la propagación de las enfermedades y detectar con mayor rapidez el origen de los diferentes brotes. El modelo actual, mediante crotales o tatuajes es menos eficaz y permite una velocidad de tratamiento de la información mucho menor. Pero la tecnología a veces es contraria a la economía, al menos en sus primeros estadios. Algo parecido sucede con este sistema. Tendría que ser de obligado cumplimiento a partir de enero de 2008, pero la Comisión, con sentido común y bajo presión ha decidido aplazarlo. No se prevé pueda ser de aplicación hasta finales de 2009. Pocos dudan de sus ventajas, pero casi todos conocen lo costoso que resulta. Según datos aportados por una de las organizaciones más beligerantes en esta materia COPA-COGECA, el coste de la unidad electrónica de identificación oscila entre el quince y el treinta por ciento del valor del animal. Además, los emisores de señales no pueden ser reutilizados al ser deglutidos y alojarse en el tracto digestivo del animal. Es antieconómico, pero todavía más en el presente contexto sectorial, uno de los más afectados por la conflicto del cereal y, sobre todo, por la caída de los precios de mercado. (Publicado Norte de Castilla, Hoy, La Verdad, Ideal, Sur, La Rioja, El Comercio, Diario Montañés, La Voz )

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