viernes, 20 de junio de 2008

DIFICULTADES PARA LA PATATA


Toda organización, producto o idea tiene su año, al menos desde un punto de vista promocional. Hasta la patata, un alimento tan básico y poco valorado, tiene este privilegio. 2008 es el año de este tubérculo, aunque a algunos les suene a broma. No es una idea de un grupo de agricultores que intentan resolver sus altibajos comerciales, sino de organizaciones internacionales como la de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), conscientes de su importancia para la alimentación mundial. Lo avalan más de 320 millones de toneladas producidas el pasado año y un mayor rendimiento alimenticio que el trigo, maíz o el arroz. Pero sucede que la imagen de este producto está por los suelos, haciendo honor a su origen, y a sus precios.

España produce el 4,5 por ciento de la patata en la Unión Europea de 25 Estados, con más de 1,6 millones de toneladas en 2007. Cifras importantes que no ocultan una acelerada disminución del cultivo. En Castilla y León son 21.000 hectáreas de patata, el 25 por ciento de la superficie de toda España y el 34 por ciento de la producción; lo que indica el alto nivel de de productividad, que se acerca a las 40 toneladas por hectárea.

Existen tres mercados bien diferenciados: la patata para siembra, para industria y para consumo en fresco. Los dos primeros casos subsisten sin excesivos problemas. En el caso de la patata para siembra, Castilla y León produce el 70 por ciento de toda España. Hace pocas semanas se anunció la inversión de 1.151.000 euros en las nuevas instalaciones para el Centro de Control de la Patata en Albillos, Burgos. La patata para industria se gestiona a través de contratos previos, lo que facilita su comercialización y evita los altibajos del mercado en fresco Es un cultivo con mayores exigencias, para conseguir un producto que responda a los requerimientos de la industria. Por ejemplo, mantener unos calibres y formas homogéneas, un mínimo de materia seca y unos límites máximos de azúcares reductores.

La situación más compleja la sufren los productores de patata en fresco, para consumo humano. Son varios los problemas con los que se encuentra este sector. En primer lugar, está mal organizado y padece subidas y bajadas cruzadas de producción y precio. Pero el factor más condicionante es la diferencia de precio entre origen y destino. Según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Natural y Marino los precios en origen rondan los 0,33 euros y ascienden a 0,79 en destino. En muchos momentos estos datos son más extremos y las diferencias se amplían de forma mucho más llamativa, superando el precio en destino el euro por kilo. En esta situación los escalones intermedios de almacenado, lavado, envasado, distribución captan unos márgenes importantes que impiden ser más competitivo al productor. Además se producen significativas mermas en el manejo mayorista, tanto en origen como en destino. Es necesario, tal como ya se ha hecho en algunos casos, captar este valor añadido y sacar al mercado una patata con mejor imagen. Una opción difícil, dado el escaso número de proveedores que acreditan las grandes superficies y que monopolizan las fases de lavado y envasado. También hay que tener en cuenta que en España se importaron en 2007 más de 630.000 toneladas de este tubérculo. Una buena parte entra desde Francia, que nos envía más del 60 por ciento de sus exportaciones; pero también de Holanda y otros países centroeuropeos. Este producto llega más cuidado y con mejor imagen que el español. Otra parte proviene del norte de África, con una trazabilidad menos clara y sin aplicar las exigentes normas europeas de calidad y control fitosanitario. En ambos casos, entran a precios competitivos

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En este sector, como sucede con otros muchos la solución no es fácil, pero pasa por mejorar la organización, eliminar eslabones en la cadena y buscar un adecuado equilibrio entre calidad e imagen. Al final hay que ser capaces de transmitir al consumidor las bondades de la patata propia y acostumbrarle a elegir, por origen, pero también por calidad y edad del tubérculo.

2 comentarios:

celebrador dijo...

Bueno, hace más de trineta añitos (y quiero decir más), la estimación de márgenes de intermediación para la hortofruticultura era de "doblar dos veces"

Es decir, el escalón mayorista carga un 100 %, y el escalón minorista vuelve a cargar otro 100 %

Analizando todas las cifras disponibles, esos órdenes de magnitud siguen funcionando aproximadamente igual que entonces.

¿Es entonces ese el problema?, algunos costes se han reducido, es cierto, pero en cambio temas como por ejemplo la trazabilidad están encareciendo con nuevos conceptos de gasto

Anónimo dijo...

Bueno, algunos costes se han reducido, pero otros muchos se han incrementado de forma exagerada, aunque justificada en muchos casos. Los precios en origen sin embargo han evolucionado poco. De todos modos, no es que recargen un 100 por ciento sin más, sino que también aportan al producto (transporte, cámaras, envasado, transformado), lo que tiene unos costes no pequeños. Además, al ser empresas diferentes tiene también gastos generales propios y beneficio industrial. En fin, es el problema de las largas cadenas...lo ideal...que los productores fueran capaces de absorber parte de estos eslabones.