martes, 22 de enero de 2008

EXCESOS COMERCIALES


Que los precios de determinados productos como el cordero bajen en origen y suban en destino, como sucedió el pasado diciembre, llama mucho la atención. Por un lado no se puede evitar que los comerciantes o intermediarios intenten sacar el máximo provecho a determinadas fechas, como son las navideñas, aunque no parece justificable, cuando roza lo que podría denominarse un abuso al consumidor. Respecto al ganadero, dos lecturas. El daño que se le hace comprando a precios muy bajos para luego incrementar los márgenes. En segundo lugar, pero no menos importante, el freno que conlleva en el consumo la subida en los precios en destino de un producto que no tenía porque haberlo sufrido. Hablamos de cordero, pero lo mismo se produce de forma reiterativa en otros muchos productos. Algo habrá que hacer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si a una persona que tiene un objeto valorado en 10 euros le dicen que hay un comercio que se lo compra por 50 euros, imagino que su reacción inmediata es de alegría, puesto que automáticamente su propiedad se ha multiplicado por 5 en valor. Pero luego le dicen que ese comercio está en otra ciudad, bastante distante de su lugar de residencia. La situación cambia, ya que para desplazarse debe adquirir un billete de ida y vuelta que, supongamos, cuesta 40 euros. Con estas premisas ya no le interesa ir a venderlo, puesto que su margen comercial sería nulo y perdería tiempo en ir y venir. Le sigue compensando venderlo en su comercio local.
Pero se le ocurre una idea: como conoce a otras 5 personas que también tienen objetos como el suyo, decide ponerse en contacto con ellos, para que en lugar de ir todos de forma individual solamente vaya uno y se cierre la operación de forma conjunta. Como son 5 objetos, y los van a vender a 50 euros, con la operación obtendrán 250 euros, a los que restados los 40 del viaje, habrán obtenido 210 euros. Si hubieran vendido sus objetos en el mercado local solamente hubieran ingresado 50 euros. Por tanto, se ha obtenido un margen de nada menos 160 euros, que repartidos, tocan a 32 euros. Es decir, sin cambiar las cualidades de sus productos, simplemente con organizarse, en lugar de vender a 10 euros, esta persona lo ha hecho por 42 euros. Todo un logro. Y solamente porque disponía de una información: hay un comercio en una ciudad lejana que compra a mayor precio. Si hubiera información de este tipo de forma habitual, mucha gente se haría millonaria.
De hecho, el protagonista de nuestra historia podría haber ganado mucho más, ya que en lugar de avisar a sus amigos, podría haberles ofrecido 11 euros por su objeto a cada uno, haber ido a aquella ciudad, venderlos y recoger todo el margen para él. Es una opción mucho más egoísta, pero es lícita.
Pues en el sector agrario estamos de enhorabuena. Quiero dar la buena noticia de que existe un lugar en el que compran los productos agrarios al doble o al triple de su precio en origen. Incluso hay productos que los pagan a 10 ó 20 veces su valor en campo, como el limón en algunas épocas.
Ese lugar es un poco difuso, pero se puede identificar en él a numerosos consumidores que están dispuestos a pagar muy bien. Basta entrar en contacto con ellos y organizarse entre muchos para llevarles lo que desean al precio al que están dispuestos a pagarlo.
¿Difícil? Quizá, pero es un desafío que los agricultores y ganaderos no deberían desaprovechar. Ya saben dónde y a quién hay que vender, y al precio que pagan. Lo demás son detalles técnicos de organización, transporte y entregas a los clientes, que es lo que se denomina logística.
Sin embargo casi todas las organizaciones profesionales agrarias, por no decir todas, piden una “ley de márgenes” o regulación que elimine esta enorme oportunidad para el sector. No lo entiendo. En lugar de querer ganar mucho más, ellos prefieren que otros no ganen. Es la opción mezquina del perro del hortelano: “Ni come ni deja comer”. Seamos todos pobres, que así no se nota lo pobres que somos. Prefiero la opción egoísta mencionada anteriormente aplicada al agricultor, aunque es mucho mejor para todos la colaborativa o cooperativa.
¡Salgamos a por los clientes, que no tienen rabo ni cuernos!

Anónimo dijo...

Tienes bastante razón. Es el eterno problema de falta de organización o asociacionismo eficaz en el sector agrario. Argumento que yo utilizo recurrentemente. Hay que eliminar intermediarios. Tampoco sería tan necesario eliminar a todos, si se consigue concentrar gran parte de la oferta, porque entonces el control de los precios en origen es mayor. El caso del ovino es un caso claro de desorganización, en general, amén de otros muchos problemas ajenos a los productores.