martes, 4 de noviembre de 2008

MENUDO BOLO


El gobierno español, a través del Ministerio de Medioambiente, Medio Rural y Marino, y con anterioridad el antiguo Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ha dedicado importantes recursos para la identificación electrónica de millones de animales de producción. Un proceso que se ha ejecutado desde las comunidades autónomas. Dentro de las alternativas que dio la Unión Europea, España apostó fuerte por la identificación electrónica, en particular por la implantación del bolo ruminal. Para ello constituyó un Comité Español de Identificación Electrónica de los Animales. España, al igual que Italia, decidió aplicar un sistema moderno que, a priori, mejoraba la transparencia del sector y su trazabilidad; a pesar de que en sus primeros estadios no estuvo fino. La identificación se realizó a buen ritmo en casi todas las regiones. Pero fuera de España y, salvo algunas excepciones, hubo mucho escepticismo, por lo que se paralizó su puesta en marcha. Ante esta situación y dada la presión de algunos estados, sobre todo Reino Unido, la Comisión se vio obligada a aplazar la obligatoriedad de identificación electrónica hasta el uno de enero de 2010.

Se han producido problemas en la implantación del bolo ruminal en ganado menor, sobre todo en caprino, algo menos en ovino. Uno de los motivos fue el tamaño exagerado de los primeros bolos de cerámica, que no son menudos. Un bolo, de acuerdo con una de las acepciones de la Real Academia Española, es una píldora más grande que la ordinaria. No queda duda que el bolo ruminal, entre 6,5 y 7,5 centímetros, lo es. Un tamaño que fue reducido con posterioridad para evitar el rechazo o muerte de reses. En la actualidad y, si la implantación se produce de forma adecuada, el sistema es seguro y puede durar toda la vida. A pesar de todo, parte del sector se ha quejado de forma reiterada por su puesta en marcha, sobre todo en otras regiones como Andalucía, donde se han producido pérdidas recientes de ganado. Una situación que, dados los medios empleados, debería haberse evitado o minimizado.

En la actualidad hay dos problemas. Por un lado, dada la prórroga otorgada por Bruselas y la incertidumbre sobre lo que al final va a suceder, la administración tiene ralentizada su gestión, tal como han afirmado desde ASAJA Extremadura. España se encuentra en una extraña situación con gran parte de los animales identificados, mientras que en la mayoría de los estados de la Unión Europea (UE) el sistema no se ha comenzado a aplicar.

Otro problema es la complicada gestión de este modelo de identificación. El gran tamaño de la cabaña ganadera española dificulta mucho la tarea del ganadero a la hora de identificar y dar de baja. En España son más de veintitrés millones de cabezas de ovino, lo que representa un porcentaje superior al veinticinco por ciento de la cabaña europea, solo superada por Reino Unido. En caprino, con alrededor de tres millones de animales, mantenemos una proporción similar al ovino, solo sobrepasado por Grecia. En total, la mayor cabaña de ganado menor de toda la UE. Con estos indicadores, cuesta creer que el proceso revierta, pero el peso de Reino Unido es importante y el futuro no queda claro. España deberá hacer valer su preponderancia global en ganado menor y conseguir que cualquier decisión que se adopte no genere un agravio comparativo para un sector que se ha puesto en la vanguardia tecnológica de la trazabilidad animal. Se tendrá que hilar fino desde la Dirección General de Recursos Agrícolas y Ganaderos para conseguir que prevalezca la posición de un Estado como el español, dominante en este sector y obediente; que ha hecho un esfuerzo por cumplir las normas y ponerse, antes que nadie, en la cresta de la ola. Cualquier reorientación que provenga desde Bruselas deberá evitar perjuicios a un colectivo profesional que, aun con un bolo más menudo, puede haberse metido en un buen embolado, solo por hacer bien sus deberes.

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